Pedro Álvarez de Frutos

 

El sueño de la razón produce monstruos

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Por un voto de confianza al señor Pedro Sánchez.

 

El PSOE ya tiene nuevo secretario general. En el Congreso Extraordinario celebrado el pasado fin de semana y convocado bajo el lema Cambiando el PSOE, cambiando España, se ratificó, como estaba previsto, al diputado Pedro Sánchez como nuevo secretario general.

 

El PSOE decidió cambiar el modo de elegir a su secretario general y anuncia, ahora, que quiere cambiar el modo de escuchar, que quiere cambiar para buscar respuestas útiles a los problemas de hoy, que quiere cambiar para mejorar la forma de gobernar y que quiere cambiar para estar en las instituciones con una nueva mirada. Quiere cambiar el PSOE, para después cambiar España. Loable intención.

 

El nuevo secretario general y su Comisión Ejecutiva tienen un difícil camino para lograr sus buenas intenciones, porque aunque las declaraciones oficiales calificaron de éxito la consulta a los militantes para la elección de secretario general, ésta estuvo muy lejos de serlo. Únicamente participaron el 66,76% de los militantes en una cita calificada de histórica, como así fue, y el nuevo secretario general fue elegido por tan sólo 63.893 militantes, es decir, que del exiguo censo oficial de militantes, 198.123, sólo lo eligieron el 48,66% de ellos. Dinamizar el Partido y ganar credibilidad dentro de él seguramente sería una buena idea.

 

El PSOE tenía previsto realizar primarias entre los ciudadanos en noviembre para elegir al candidato a la Presidencia del Gobierno, pero ahora comienza a desdecirse de ello. Tenemos que dejar de hablar de nosotros para dedicarnos a los problemas de los ciudadanos, declaró la presidenta del Gobierno andaluz -esto nunca debió dejar de suceder-. No deben ser criticados por ello, hay razones estratégicas importantes para aplazar esta elección. Si se eligiera al candidato en noviembre y las elecciones municipales y autonómicas fueran un nuevo chasco para el PSOE como lo fueron las europeas, ¿en qué situación quedaría el candidato recién elegido? Este escenario también se puede aplicar a la nueva dirección, aunque en su descargo siempre se podrá argumentar, si así sucede, el poco tiempo que llevarán al frente del PSOE.

 

Pero los grandes escollos estarán entre la ciudadanía y, especialmente, entre los tradicionales votantes socialistas. Porque hemos sufrido decisiones e indecisiones políticas que nos han perjudicado notablemente. Por ejemplo, acaba de volver al sector privado Caixa Cataluña y en la operación hemos perdido 11.500 millones de euros. Con independencia de la responsabilidad que tiene el Gobierno del señor Rajoy en la venta y en la no recuperación del dinero invertido en reflotar la dicha Caixa, que le debe ser exigida, ¿el nuevo PSOE piensa emprender las acciones necesarias a fin de aclarar el papel del Consejo de Administración de esa Caja, presidido por el señor Serra, en su hundimiento y en la venta de Preferentes? El ámbito territorial de esa Caja ha perdido una gran riqueza, que ha pasado a manos del BBVA, y miles de preferentistas de escasos recursos económicos han perdido sus ahorros. Aplíquese también esto a otras cajas.

 

El 12 de mayo de 2010, el entonces presidente del Gobierno, el señor Rodríguez Zapatero, atravesó su personal Rubicón económico y cruzó una de las líneas rojas que él mismo había prometido no traspasar nunca: el recorte de gastos sociales. Al parecer, las medidas que tomaba no le gustaban, pero las tomó y pocos días después el Decreto Ley se aprobó con los votos del grupo parlamentario socialista en el que figuraba el señor Sánchez, ahora secretario general del PSOE, y una parte de su comisión ejecutiva, sin que conociéramos, entonces, ninguna protesta por su parte. Demostró el PSOE, en aquel momento, lo peor de un gobernante: que sabía, podía y quería ser débil con los fuertes y fuerte con los débiles. "Nos alejaron –las medidas económicas- de los ciudadanos porque no nos entendíamos y nosotros no nos reconocíamos", afirmó en 2013 la presidenta andaluza, Susana Díaz, al calor de la Conferencia Política que concluyó el entonces secretario general  con la frase: “el PSOE ha vuelto”, con escaso éxito, según vimos en las elecciones europeas pasadas.

 

Ahora, según el discurso del nuevo secretario general, los cambios van en serio. Se compromete en lo económico-social a "dar a España un nuevo proyecto y un camino diferente al que ofrece la derecha", a la defensa de una clase media y trabajadora que está siendo hundida por las políticas económicas de Rajoy”. ¡Bravo! También se compromete, en relación con los partidos políticos, a “acabar con el aforamiento total de los cargos públicos”; y a “reordenar la financiación de los partido políticos para que no ocurra lo que está ocurriendo en el PP y la trama Gürtel”. Igualmente bien. Respecto de la participación de la ciudadanía en la política prometió “abrir las puertas a la participación ciudadana en las instituciones, la primera el Congreso de los Diputados”, y a “una reforma de la Ley Electoral”. Y, finalmente, entre otras promesas, dijo que no le temblará el pulso para echar del PSOE a los corruptos.

 

Prometer no descompone la casa, y menos ahora, que poco puede hacer dada la mayoría absoluta del PP, pero hay un pasado que enmendar y una población a la que convencer con hechos. Démosle, por tanto, un tiempo para ver si cumple con las promesas que dependen de él.

 

Contacto: pedroalvarez.name@hotmail.es