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«Ese nombre es mío»

06.04.08 -

ANJE RIBERA

 
 

«Ese nombre es mío»

Una mujer luce una camiseta que aboga por desterrar la antigua República Yugoslavia de Macedonia. / AP

«La región de los Balcanes tiene tendencia a producir más historia de la que puede consumir», dijo Winston Churchill. Lo hizo inmediatamente después de la victoria aliada sobre la Alemania nazi en la II Guerra Mundial, pero su predicción mantiene frescura más de sesenta años después. Sólo el carisma dictatorial de Tito consiguió mantener unidos todos los territorios bajo el nombre de Yugoslavia. Con el fin del régimen llegó la desmembración fratricida que provocó miles de muertos en los noventa e hizo germinar numerosos conflictos hibernados. El último por ahora, de carácter político, ha sido la traumática independencia de Kosovo, todavía no aceptada por Serbia, que aún amenaza con convertir en tempestad algunos vientos sembrados.

 

Pero queda otro que puede clasificarse bajo el epígrafe de... estúpido. Desde 1995 Macedonia y Grecia intercambian insultos por un nombre, precisamente el de Macedonia, cuyo 'copyright' se disputan helenos y balcánicos. Lo escudan en una cuestión de honor, de respeto a la historia... que intoxica sus relaciones durante el último decenio, sobre todo a nivel de sus respectivas opiniones públicas. Aunque el hecho de que sus transacciones comerciales nunca se hayan visto afectadas radiografía con nitidez la nimiedad de las posiciones que defienden con acalorado fervor de taberna y argumentos que sólo pueden ser basados en el axioma de quién la tiene más grande. «Ese nombre es mío», dicen unos y otros. El mundo ha demostrado su total desinterés por la cuestión.

 

Banderas y símbolos

Macedonia obtuvo su independencia de Yugoslavia en 1991 y fue reconocida por Naciones Unidas dos años más tarde, pero bajo la denominación de compromiso de Antigua República Yugoslavia de Macedonia ante la negativa del Gobierno de Atenas para aceptar sólo Macedonia, un nombre que considera propio e incompartible a pesar de que, de hecho, hay ciudades, regiones o provincias de EE. UU., Australia, Canadá y Brasil que también lo llevan. Tampoco les gustó a los helenos que los macedonios incluyeran en su bandera el símbolo del sol de Vergina, que se asocia con el rey Filipo II, padre de Alejandro Magno y de la nación griega.

En esta absurda pelea, Grecia vetó esta semana en la cumbre de Bucarest la entrada de sus vecinos en la OTAN hasta que no adopten un apellido distinto al de su región. Y lo mismo piensa hacer Atenas respecto a la UE. Pero si en la Alianza nadie echará de menos a los ex yugoslavos, Bruselas sí muestra su preocupación por el veto ateniense. Macedonia, la balcánica, solicitó su ingreso en el 2004 y un año más tarde fue aceptada como candidata a la adhesión, pero entre las exigencias de los Veintisiete a Skopje se incluía que ponga fin al conflicto nominal. No hay fecha para comenzar las negociaciones. Es difícil luchar contra un rechazo popular. Porque el 80% de los habitantes helenos rechazarían la entrada si los centroeuropeos no cambian su denominación. Pero también es verdad que el 60% lo harían de cualquier manera. No se llevan bien.

Coste político

Pero al margen está el Gobierno de Atenas. ¿Hasta cuándo podrá mantener su intransigencia sin un coste político? Tarde o temprano, según los analistas, deberá admitir su derrota diplomática. Algunas voces internas así lo reclaman. «Grecia debe hacer frente a la nueva realidad. Macedonia es reconocida con este nombre por la mitad de los países miembros de la ONU. Los políticos deben ser más realistas», declaró Dora Grosomanidou, embajadora ateniense en Skopje en una entrevista concedida a 'The Financial Times'. Inmediatamente fue destituida.

Desde Grecia se propone como solución el término de República macedónica de Skopje, que no gusta a los balcánicos, que pasarían a denominarse skopjanos. La ONU, cuyos mediadores Cyrus Vance y Matthew Nimitz trabajan sin éxito para buscar una solución desde hace años, presentó sobre la mesa Macedonia Superior. Se fijaron como plazo el año 2002. Otro fracaso del arbitraje internacional.

Los nacionalismos impiden un acuerdo dialogado. Los extremistas macedonios eslavos sueñan formar una Macedonia unida, que integraría a la Macedonia egeica (actualmente Grecia), la Macedonia de Pirín (en Bulgaria), la región de Mala Presca y Golo Bardo (en Albania) y las de Gora y Prohor Pcinjski (en Serbia).

Alejandro Magno

Aseguran que todos sus moradores son descendientes directos de Alejandro Magno. Por el otro bando, para los radicales helenos tanto el gran conquistador como los que ahora llevan su sangre eran griegos. Su continuidad racial y cultural es sólo ateniense.

Total, nada de nada. Se llame como se llame, todo el mundo designará al país balcánico Macedonia. Pocos sabrán dónde ubicarlo y la mayoría lo identificarán más con el postre de frutas que como la cuna de una vieja civilización. Cualquier intento de imponer un nombre distinto, por muy ingenioso que sea, está condenado al fracaso y sólo servirá para despistar aún más a los estudiantes de medio mundo. Sin duda, gran parte del fracaso escolar constatado en colegiales europeos en cuanto a conocimientos geográficos quizá tenga que ver con los cambios políticos sufridos en la región de los Balcanes. Antes era Servia, ahora Serbia. Bosnia es ya también Herzegovina, Eslovenia, Montenegro y Croacia era desconocidas hasta la guerra... Sólo se oía hablar de Yugoslavia.

   

Listado de comentarios

 
   

Pedro Álvarez

Algunos breves comentarios. En primer lugar se debe saber que FYROM es el único nombre admitido y reconocido por la ONU y la UE y que la entrada en la OTAN con el nuevo nombre, Macedonia, la está forzando EE.UU. que reconoció dicho nombre, Macedonia, en contra de la opinión de la ONU y la UE. También conviene saber que los actuales habitantes de FYROM llegaron allí en el siglo VII d.C. y son de origen eslavo; por tanto, nada que ver con la Macedonia griega. Tampoco molesta caer en la cuenta de que el nombre Macedonia se lo impuso a ese territorio el dictador Tito, sin que sus habitantes, que nunca se habían identificado con él, pudieran oponerse.

Por otra parte, apropiarse de símbolos que corresponden a otras culturas debería estar penado por las leyes internacionales. Así, el sol de los Argeadas o de Vergina corresponde a la familia de Filipo de Macedonia (Grecia) y nada tiene que ver con los eslavos de FYROM.

También debería saberse que a pesar del enfrentamiento por el nombre, la república de FYROM utiliza el puerto de Tesalónica (Grecia) habitualmente sin que se le ponga ningún reparo, porque los reparos son al nombre del país y no a sus habitantes.

Por último, y por no extenderme más. Puesto que las fronteras de los Balcanes se están moviendo con criterios muy poco objetivos e incluso saltándose las leyes internacionales, caso de Kosovo, ¿no le parece que se puede tener algún reparo a la aparición de un país de nuevo cuño que lleva el nombre de una región fronteriza de otro país?

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