Pedro Álvarez de Frutos

 

El sueño de la razón produce monstruos

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El futuro se juega en Grecia

 

El Parlamento griego no ha alcanzado acuerdo para la elección de un nuevo  presidente de la Republica en su tercer intento, y esto ha provocado la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas para el próximo 25 de enero.

 

Las encuestas dan ganador a Syriza, partido de la izquierda radical inspirado en la IU española, que ha ido rebajando las exigencias de su programa electoral hasta convertirlo en asumible pora la mayoría de la ciudadanía griega, pero aún así, apenas convocadas las elecciones la UE a través de Jean-Claude Juncker y el ministro alemán de finanzas, Wolfgang Schäuble, han comenzado a intimidar al votante griego para que decida por las opciones políticas amigas de la austeridad.

 

El primero, ahora presidente de la Comisión Europea y antes presidente de Luxemburgo cuando acordó secretamente reducir drásticamente la factura fiscal de más de 300 empresas multinacionales, muchas de ellas con una presencia testimonial en el Gran Ducado, ha declarado que prefiere ver por Bruselas “caras conocidas, no extremistas”, es decir, amigos de la austeridad, y el  segundo, declaró que "el nuevo Gobierno debe atenerse a los acuerdos de su antecesor" sin tener en cuenta cual es la situación de Grecia y, por supuesto, de las deudas de guerra ni hablar.

 

¿Cuál es esta situación? El PIB se ha desplomado en lo que va de crisis a cantidades similares a los tiempos de guerra, el paro juvenil está próximo al 60% y el de larga duración por encima del 70%, la deuda pública camina hacia el 200% del PIB, los servicios sociales apenas existen y el riesgo de pobreza está en torno al 35%.

 

La austeridad como programa económico ha fracasado en su intento de sacar a Grecia de sus problemas y sus mentores también. Así lo reconocieron los dos grupos mayoritarios del Parlamento europeo en febrero de 2014 mediante un documento que opinaba que las instituciones europeas encargadas del rescate económico de Grecia no estaban preparadas para ese trabajo, si es que ese era el objetivo, añado yo, según los eurodiputados hicieron pronósticos demasiado optimistas y no se preocuparon de diseñar políticas alternativas que podrían haber aliviado los efectos sociales y económicos de los recortes.

 

Pero aún más importante es que este Parlamento reclamó a la Troika – invento nada democrático ni transparente que reunió a los organismos que prestaban el dinero: Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo- que estudiara la sostenibilidad de las cuentas públicas griegas “con carácter de urgencia” para dar respuesta a la necesidad de reducir la deuda y las salidas de capital que arrastra la economía helena, “que contribuyen significativamente al círculo vicioso de la depresión económica que vive el país” y proponía la reestructuración de la deuda con estas palabras: “Existen varias posibilidades para reestructurar la deuda. Además de una quita del principal, también se pueden aplazar los periodos de devolución, canjear los bonos o recortar intereses”. Es decir, que las propuestas de Syriza sobre la deuda:  Renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo, punto primero de su programa, están avaladas, además de por muchos economistas que creen que es imposible que Grecia pague su deuda, por la opinión de los parlamentarios europeos.

 

El segundo punto del mismo programa tampoco parece que tenga gran peligro para la estabilidad de la UE: Exigir a la UE un cambio en el papel del BCE para que financie directamente a los Estados y a los programas de inversión pública. Puede ser discutible, pero no imposible ni peligroso.

 

¿Dónde está, entonces, el problema con Syriza? En que quieren realizar una auditoría sobre la deuda pública para conocer el origen y su desarrollo porque suponen que no toda ella es transparente y en que quieren subir el impuesto de la renta al 75% para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales y crear un impuesto especial para los productos de lujo, es decir tocar el bolsillo de los ricos, subir el impuesto de sociedades para las grandes empresas al menos hasta la media europea, lo contrario que hizo Junker en Luxemburgo, crear un impuesto a las transacciones financieras y prohibir los derivados financieros especulativos, es decir, tocar el poder financiero y sus métodos de acumular beneficios, abolir privilegios fiscales de la iglesia y de los armadores, combatir el secreto bancario y la evasión de capitales al extranjero, y rebajar drásticamente el gasto militar, es decir, no más submarinos alemanes.

 

No es que yo sea un forofo de Syriza, pero conozco la sociedad griega y sé que está harta, no es la única, por eso avanza el voto a Podemos.

 

Contacto: pedroalvarez.name@hotmail.es